Un caracol como mascota
De pequeña tuve unos cuentos caracoles como mascota con los que hacía carreras y que mojaba constantemente para que salieran de su concha. Usaba como casa un bote de plástico de nocilla, de los grandes, y los alimentaba con hojas de lechuga. Invariablemente acaba olvidándome de ellos y se morían.
Tal como explican en Fun in the Making representan una oportunidad perfecta para estudiarlos y aprender sobre ellos una temporada y devolverlos a la naturaleza, ya que no hay peligro de que se "domestiquen", como nos estaba pasando con Pica Pica en sólo cuatro días.
La infraestructura necesaria es mínima y fácil de conseguir. Un bote de cristal, una gasa para taparlo y una goma con la que sujetar la gasa. Viviendo en Barcelona intenté criar un pequeño caracol que venía en uno de los envíos de productos de la huerta de los que por entonces disfrutaba, pero se escapó. Tapaba el bote con un plástico y no debí de dejarlo bien ajustado algún día, así que la opción de la gasa y la goma es muy sencilla y la más segura para el caracol. Y con más de uno podéis hacer carreras de caracoles.
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