La diestra y la siniestra
"Se hubiera podido explicar la crisis del joven sacerdote por un problema de identidad. Gabriel ya no se identificaba con aquella gente condenada irremediablemente a vivir los 100 años de soledad. Aquella comunidad africana que se alegraba por el mínimo motivo y de igual modo, tanto por el nacimiento de un niño que por la muerte de un viejo. Era una comunidad demasiado sana, demasiado pacífica, mansa y genuina que se acomoda fácilmente con la suerte que le reservaban los ancestros. Era una comunidad que se movilizaba únicamente para ahogar sus emociones al son de cantos y tambores. Si en Europa el joven africano se había quedado asombrado y aterrado por el avance alucinante del mundo tecnológico, en Guinea el misionero se quedaba pasmado ante aquel espectáculo terriblemente natural y estoico que seguía ofreciendo la comunidad negra en medio de la selva. Allí los tenía, no lo creía, pero los veía contentos y felices, los hombres bailaban gozosos de hallarse vivos, alabando la existencia, con el fetiche a la diestra y la cruz a la siniestra."
El párroco de Niefang. Joaquín Mbomio
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Volviendo poco a poco a casa, estableciendo nuevas rutinas y retomando antiguos quehaceres.
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