viernes, 23 de febrero de 2007

Malos olores

Vuelvo a casa por la noche. Hacía tiempo que no me olía mal la línea azul del metro. Tiene una peste característica sea la hora que sea. Pero llega un momento en el que sorprendentemente dejas de olerla, ¡y mira que es una peste fortísima! Pero es normal, la ciudad va aletargando todos los sentidos, el olfato, el común, el del ridículo...

Últimamente es cierto que he cogido poco el metro, lo que no quiere decir que haya recuperado mi capacidad olfativa. Hoy por la mañana, sin ir más lejos, no he sentido su olor. Aunque esta mañana estaba de buen humor. Me he levantado pronto, iba despejada, me reído en el metro y he encarado el día con la mejor de las sonrisas. Ahora mismo sin embargo sólo quiero llegar a casa y que las sábanas me abracen para olvidar los sentimientos, que tarde o temprano siempre se demuestran inútiles.

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