Blogs apolíticos
Como decía en el anterior post ultimamente apenas leo blogs. Tampoco he visto los últimos video que todo el mundo ha visto en el tubo, ni he firmado en la última aberración contra los animales que ha sucedido en Kuala Lumpur o en Almendralejo.
No sé si antes, instalada en un clásico ejemplo de lectora desleida (en este caso de blogs y de lo que se movía en Internet por estas latitudes), aceptaba opiniones de lo más variopintas sin importarme, es un %&"!* de mierda pero escribe cosas interesantes. Pero ahora, que no tengo tiempo y que no me apetece desaprovecharlo con gente de ciertas opiniones, cada vez que me pongo a leer un blog de los que me parecían imprescindibles me asqueo. Casi ninguno se define como político y pocos hacen apología de sus filias políticas abiertamente, pero todos son de un político insultante, donde parecen llamarnos gilipollas a todos, ya sea porque no pensamos lo que debemos pensar, ya sea porque lo pensamos pero debemos aplaudir su expléndida elocuencia en la destacada tribuna desde la que aleccionan al conjunto de memos. Tanto paripé para vendernos la misma mierda con diferente envoltorio, donde las diferencias se basan en meras cuestiones estética, este año de azul, que me he comprado un bolso rosa de Chusco Barcelona y no queda bien el modelito.
Así que se acabaron las conversaciones estúpidas sobre política, como hacía antes de vivir en Barcelona, y los blogs alecionadores, que mientras te explico el cuento del gato te enseño a diferenciar gatos negros y blancos y a odiar a los primeros por malencarados y terroristas. Para que me adoctrinen políticamente ya estudio en la universidad pública y para leer gilipolleces gratuitamente ya lo hago en el diario cada día (y últimamente es La Vanguadia, así que voy servida). Que quede claro, soy una persona tolerante, con quien opina como yo.
Llamadme maniquea, y no direís mayor verdad, o mentira; pero para medias tintas no me llameís nada.
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