Vuelvo de vacaciones sin ganas de hacerlo. Suena de lo más normal, pero es que regreso sin piso, sin trabajo y sin clases. Y sin ganas de tener las pocas clases que tengo.
Desde el momento en el que me matriculé en la Universitat de Barcelona han intentado mentirme y estafarme constantemente. La Generalitat me penaliza con un recargo del 40% por ser licenciada. El año pasado no conseguí que me lo devolviera pero este año espero recuperarlo. Por contra he conseguido unas cuantas matrículas de honor. Y he convalidado los créditos de libre elección con créditos de la anterior carrera, muy a pesar de ellos. En la secretaría de la Facultad de Pedagogía me repetían una y otra vez que no podía acogerme al cambio de normativa para el presente año al respecto con argumentos tan geniales como "no los puedes convalidar porque tu anterior carrera no tiene nada que ver con la que ahora cursas; tu anterior carrera no es de la UB; tu anterior universidad no es catalana; no eres catalana". Y como facultad hemos mantenido la segunda convocatoria a la que tenemos derecho, pero que durante los primeros 3 meses de la carrera se nos repitió una y otra vez que ya no nos correspondía gracias a la aplicación del EEES. En la Facultad de Formación del Profesorado, por contra, los actuales estudiantes, que serán diplomados, tienen sólo una convocatoria, saltándose a la torera no una, sino las dos normativas que sobre la evaluación tiene aprobada la empresa (art. 19 y art. 13 respectivamente). Y podríamos buscar más ejemplos de opacidad, falta completa de comunicación, falta absoluta de profesionalidad y en definitiva, mentiras, por parte de aquellos a los pagamos, profesorado y personal administrativo y de servicios.
Pero lo que no me había pasado hasta el momento es que un profesor me amenace. Resulta que en nuestra carrera todos somos muy guays, y nos mola mogollón aquello de que todos somos educadores y educandos, y la sinceridad es muy importante... pero cuando hay sinceridad y criticamos abiertamente, y de forma constructiva, resulta que todos no somos tan guays y "yo soy la profesora y decido qué hacéis, os exijo aquello de lo que pedís formación sin dárosla, establezco un baremo de evaluación para vuestro grupo diferente al del resto de grupos y además, os amenazo con las notas, vosotras que tenéis un buen expediente" (en plan resumido). En el momento que hizo el comentario de las notas lo único que se me cruzó por la mente fue: "me importa una mierda las notas". Pero por una puñetera vez en la vida me callé. No sé si lo tenía que haber hecho.